miércoles, 6 de enero de 2016

Ahí Vienen Las As

    El año pasado, me pasaron un link que me horrorizó y provocó un blog mentándole la madre a los diseñadores de modas. Hoy me veo en la necesidad absoluta de hacerlo de nuevo. Estoy encabronada al grado de que si me ponen alguno enfrente, sí le voy aplicando sus batazos.
 ¿A qué se debe todo esto? Pues nada más y nada menos que a las As... y no nos olvidemos de las Bs, porque a las Cs y a las Ds ya nos mandaron a la fregada. Me imagino que, si hay algún hombre leyendo esto, tenga cara de "what?" y más de una mujer, también. Pero las que comparten mi dolor (y mis ganas de mentar madres) seguro ya saben de qué estoy hablando.
 Para no dejarlos más en áscuas, me refiero a los bras. Brassieres; sostenes; sujetadores; aguantachichis, o como mejor quieran llamarlos. Últimamente, estarían mejor llamándoles curitas porque, no conformes con jodernos las tallas de la ropa para que toooodaaaaas nos sintamos bodrios, encima se han dado el lujo de achicar las tallas de los bras.
 Como lo leen: no hemos engordado, no hemos cambiado de talla, no ha ocurrido ningún milagro gracias a las oraciones de nuestros hombres. Simple y llanamente, están haciendo las tallas más chicas. ¿Por qué? Pues por sus huevos, supongo.
 Ahora, podrían pensar que son fantasías mías, que estoy hecha un marrano y tengo "regordimientos" por la atascada de comida navideña que me acomodé. Not so. Para empezar, la comida navideña no es lo mío; para seguir, no soy la única afectada. Pero permítanme empezar por el principio.

ACTO I
 Al principio de las vacaciones navideñas, una personilla, ampliamente adorada por aquí su menda, me pidió que la acompañara a conseguir tan básica pieza del guardarropa femenino. Ni corta ni perezosa, le dije que con mucho gusto, que yo también me veía en la necesidad de ir a la caza de dicha prenda. 
 Así que ahí fuimos a dar a Santa Fe, lugar considerablemente odiado por ambas pero el menor y más cercano de los males - digo, malls. De inicio, íbamos de cabeza a Liverpool, nada más porque me dieron un monedero electrónico cuando me casé y quería usar el saldo que fuera que tuviese, pero de camino nos topamos con una linda tienda de lencería que anunciaba toda clase de descuentos, así que sugerí ver qué tenían. Yo ya contaba con no encontrar nada para mí; después de todo, no he visto una copa "D" en una lencería en años, y una "C" nada más de vez en cuando, pero mi acompañante ha sido copa "B" durante ya mucho tiempo, así que entramos a la aventura.
 La verdad, tenían unas cosas lindas, pero íbamos con poco tiempo y mi adorada no encontraba en qué ahorcarse, así que decidimos reanudar el rumbo a Liverpool, donde sabíamos que había la marca que ella buscaba. 
 En efecto, había la marca, tomamos un par de bras del contorno y copa adecuados, y al probador fuimos a dar. Curiosamente, la talla que llevaba años comprando ¡no le quedó! Y, no solo no ha subido de peso, sino que ha bajado. Hmmmm....
 Después de buscar en un sinnúmero de cajitas buscando una copa "C", por fin fuimos a pagar a la caja. Baboseando en la cola, me dí cuenta de que, no solo la mayoría de los bras vienen equipados con relleno, sino que también hay chones con pompas al por mayor.
 Al final, después de reírnos bastante de las pobres planas que no entienden que transitar con "suculencias" falsas es casi, casi causal de divorcio, pagamos y regresamos a casa.

ACTO II

 Días después volví a las andadas, esta vez con otra persona que tenía todavía más necesidad que yo de encontrar la prenda mágica que hace que las mujeres nos sintamos arregladas, sexys y, sobre todo, se encarga de que lo que está entre las bubis sea la medallita y no el ombigo, como dice el chiste.
 Ahora sí fuimos de cabeza a la tienda de lencería que antes mencioné, esperanzadas de encontrar algo en nuestra talla que pudiera presumir algún color fuera de blanco, negro o beige, que es a lo que nos han relegado a las damas de amplia "pechonalidad". Preguntamos a una dependienta, y sorprendentemente, sacó varios modelitios en las tallas que le mencionamos, incluyendo la más dificil (o sea, la mía). Francamente, tanto mi acompañante como yo caímos fenecidas de la impresión.
 Tristemente, nuestro gozó cayó al proverbial pozo en cuanto nos volcamos a la labor de probarnos aquellas míticas tallas. Rollitos por aquí, rollitos por allá, rollitos por delante y rollitos por detrás (ni se hagan, ustedes también cantaron.) 
 Ahí fué donde nos cayó un pesado y amargo veinte. Las tallas no estaban ahí porque los diseñadores y fabricantes habían recuperado la cordura. No. La espantosa realidad era que habían disminuído las tallas. Eso si, push ups había de a madres. Irónico ¿no?
 Pero, bueno, igual solo eran los ojetes de esa tienda. A lo mejor encontrábamos algo en Liverpool, que el otro día no había yo tenido tiempo de ver. Así que, tratando de levantar nuestros decaídos ánimos con comentarios sarcásticos al por mayor, emprendimos el atascado camino hacia Liverpool.
 Una vez ahí, como ninguna andábamos demasiado boyantes en lo que a lana se refiere (y todas sabemos que un buen bra cuesta un riñón y un cachito del hígado) nuestra primer meta fue el bargain bin, donde encontramos varios bras importados de España. La verdad, a las dos nos brillaron los ojitos. Siendo españolas, pensamos que nos había tocado la lotería. Y ya tampoco estábamos buscando tanto por talla como a ojo de buen cubero, a ver si encontrábamos algo donde cupieran nuestras "nenas."
 Así que, cargadas de potenciales, fuimos a parar al vestidor. Pues maldita sea mi estampa, NI UNO. No hubo un maldito bra que nos quedara. O salían chichis extra por todas las esquinas (y nadie quiere ser tan exuberante) o los contornos nos nadaban y entonces se salían por abajo. En conclusión, una asquerosa y deprimente debacle.
 Needless to say, estábamos las dos como agüita pa' chocolate. Encabronadas se queda chiquito.  Pero, con todo y mi berrinche, no me quise poner a lanzar injurias y mentadas de madre sin tener, como quien dice, todos los pelos de la burra en la mano, así que procedí a averiguar. Tampoco tuve que investigar demasiado, porque tengo un atento contacto que lleva muuuuuchos años en el mundo de la moda. Así que levanté el teléfono, llamé, y mis sospechas fueron confirmadas. Las tallas de bras han sido reducidas.

CONCLUSIÓN

 Personalmente, yo voy a mandar al caño lo más que pueda de la ropa en las tiendas. Francamente, no quiero vivir en un mundo donde los bras traen chichis para las planas pero las que si tenemos no encontramos nada, o donde los chones traen pompas falsas pero las mujeres viven aterradas de ganar un gramo en dicha parte. Por fortuna, conozco a alguien que se especializó en lencería, porque ya ni en el centro de la ciudad de México queda una corsetería como se debe.
 Aparte de esto, voy a tomar este espacio para alentar a las mujeres una vez más a pelear contra la gente que nos quiere hacer menos por nuestras formas. Que nos vende la idea de estar escuálidas para después decirnos que, aparte de tener una cintura de avispa, hacen falta cuatro globos falsos para sentirnos bien con nosotras mismas. Que nos venden por todas partes la idea de ser "única y original" pero que nos ostraciza cuando nuestro cuerpo no se conforma a sus ideales de belleza.
 Ya no los quiero torturar más con este post, así que los referiré al anterior, donde comento mis sugerencias más a fondo. Pero sí les digo que "chichi que no llena mano no es chichi, es grano."